Uno de los episodios más conocidos es cuando Pedro confiesa (en Mateo 16,16):
- Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo
Lo sorprendente es la reacción de Jesús (v. 19): "Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo"
¿Por qué quiere Jesús ocultar su identidad?
Hay que tomar nota de lo que viene inmediatamente a continuación (v. 20): el primer anuncio de su pasión.
Cuando adviene la anunciada pasión, justo al punto de expirar, el centurión romano y sus compañeros que lo vigilaban exclamaron (en Mateo 27,54), como lo hiciera Pedro en su tiempo:
- Verdaderamente éste era Hijo de Dios
El evangelista inserta esta pública confesión de fe en boca de unos paganos exactamente en este momento: tras su muerte en cruz y al ver lo que ocurre en su muerte.
Por el contrario, los judíos, en su Pasión, no ven al Hijo de Dios, sino todo lo contrario.
Así, justo antes (v. 43), estando en la cruz, la autoridades religiosas (v. 41) decían:
- Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios."
Lo mismo decían los que pasaban por allí (v. 40)
- ¡Sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!
Para los creyentes judíos, el Hijo de Dios no se encontraría en esta situación de pasión y muerte, sino que estaría a salvo.
Jesús, por tanto, parece querer ocultar su identidad hasta que sea descubierta en el acontecimiento de su muerte en cruz, como lo hicieron los soldados romanos, que son puestos por Mateo como modelo.
A la vez, el evangelista no hace ver que la idea que se han formado los judíos sobre el Hijo de Dios les impide reconocerlo en su misma presencia.
Ello está en consonancia con la orden de Jesús dada a los discípulos que oyeron la voz del cielo que decía sobre él (en Mateo 17,5):
- Este es mi Hijo amado, en quien me complazco
Bajando del monte Jesús exigió (v. 9):
- No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos
Y a continuación les anuncia de nuevo su pasión .
Su identidad no puede ser descubierta hasta entonces.
En cambio, en su bautismo, donde una voz del cielo dice lo mismo (3,17) que en la montaña, no hace nada por ocultar esa declaración.
Si bien, en el capítulo siguiente, dos tentaciones comienzan todas con el estribillo "Si eres Hijo de Dios", con las que el diablo va mostrando la idea que había sobre el Hijo de Dios y con ella tienta. Jesús no cae en ellas, distanciándose de esa visión del Hijo de Dios.
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