Páginas

Buscar este blog

Juan 15 ·1-8 Vid y sarmientos - Pascua IV B

Es un trozo de un largo discurso de Jesús que termina para dirigirse al huerto de los Olivos (capítulo 18)
El contexto es la última cena, donde ha hecho el gesto de lavar los pies a sus discípulos (capítulo 13).
En esta parte usa la comparación de la vid, de cuyo tronco -la cepa- nacen las tiernas y largas ramas llamadas sarmientos, que dan las hojas y los racimos de uvas. Estas ramas se usaban también para encender hogueras, una vez cortadas y secas. En la tierra de Jesús abundan las viñas.
Jesús se identifica con la vid y a sus discípulos con los sarmientos. La comparación expresa la unidad entre Jesucristo y sus discípulos; como lo muestra el hecho de que del versículo 4 al  diez de este capítulo 15 aparece 9 veces la palabra "permanecer".
Los efectos de la permanencia de los discípulos con Jesús son los mismos que la de los sarmientos con la vid: mientras permanecen unidos, dan fruto, cuando son cortados, se usan para el fuego. La palabra "fruto" sale seis veces del versículo 2 al 8, señal de su importancia; Juan enlaza el hecho de dar fruto al de ser discípulos (ver v. 8)

Lucas 24 · 35-48 Para que comprendieran la Escritura - Pascua III B



Es la continuación del relato de los caminantes de Emaús ("lo que les había acontecido en el camino") a su vuelta a Jerusalén, donde estaban reunidos los demás discípulos con Simón.
La presencia de "Jesús en medio de sus discípulo" transmite la paz, presente desde el comienzo del Evangelio: paz en la tierra a los hombres de buena voluntad (2,14)
La reacción de sus discípulos de creerse ante el espíritu de un muerto (un "fantasma" traducen a veces) representa la creencia griega de la supervivencia del alma tras la muerte del cuerpo. Lucas combate esa filosofía y afirma la resurrección de la persona de Jesús: "soy yo en persona"; e insiste particularmente en que no es un "espíritu": "palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos"; hasta le hace comer.
El pescado asado que come (en Jerusalén, donde no hay mar alguno cercano) recuerda la multiplicación de los panes y los peces, es decir, la Eucaristía. Los de Emáus contaron "como reconocieron a Jesús en el partir el pan", y ahora le reconocer al comer el pescado.
A partir del verso 44 sigue un discurso de Jesús donde recuerda que los sucedido estaba anunciado por el Antiguo Testamento ("lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos") dándose así la clave cristiana de lectura de tales libros inspirados:"les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras".
Por último los nombra "testigos" ("mártires" en griego), o sea, los que "en su nombre predicarán la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos"

Juan 20 · 19-31 El Resucitado funda la Iglesia - Pascua II B

Dos episodio, separados por una semana (el segundo correspondería temporalmente a este domingo), donde Jesús se presenta en medio de la comunidad de discípulos de Jerusalén comunicándole su paz, reunida en el día que pasaría a llamarse domingo ("día del Señor"), cerradas las puertas por el entorno hostil (que en la primera ocación les producía miedo, no así tras la primera presentación del Resucitado en medio de ellos).
La primera vez incluye el envío misionero, para lo cual les comunica el Espíritu Santo (en el mismo día en que resucitó, no 50 días después) y les hace mediadores (a todos los discípulos, no sólo a los apóstoles) del perdón de Dios.
La segunda ocasión proclama una nueva bienaventuranza, dirigida a los lectores del Evangelio: "Dichosos los que crean sin haber visto", los que crean por el testimonio de la comunidad, y no como hace Tomás. Para eso fue escrito el evangelio, como dice el versículo final: "se han escrito para que creáis".
El resucitado es el mismo que fue crucificado (no es un fantasma), como se indica al mostras sus manos y el costado, lo que provoca alegría en quienes le reconocen.

Juan 12 ·20-33 Si el grano de trigo muere - Cuaresma V B

Nos encontramos en Jerusalén, donde Jesús acaba de entrar montado en un pollino. Se va a celebrar la fiesta de la Pascua.
Hasta ahora, Jesús anuncia su mensaje a Israel, el pueblo escogido. Aquí se presentan unos "griegos" (o sea, unos "no-judíos") que quieren ver Jesús, y dos apóstoles, ambos con nombres griegos, y procedentes de una aldea fuera de los límites de Palestina, interceden por ellos.
Jesús responde que ha llegado "la hora", refiriéndose con esa expresión a su muerte, y que al morir como el grano que cae en tierra, "da mucho fruto" -eso incluiría a los "griegos"-. Más adelante vuelve hacer referencia a su muerte, hablando de la cruz como si fuese una exaltación -"cuando yo sea elevado"-, y repite la universalidad del fruto de su entrega: "atraeré a todos hacia mí" (el "todos" incluye a los "griegos").
Al hablar de su inminente muerte, Jesús dice "ahora mi alma está agitada" [también se siente así en capítulo anterior ante la tumba de su amigo Lázaro, y en le siguiente al anunciar la traición de Judas], angustia que los otros evangelistas sitúan en el huerto de Getesemaní, pero se trata de la misma situación vital de Jesús narrada de distinta forma. La reacción de Jesús es también la de aceptar la voluntad del Padre: "Por esto he venido, para esta hora, ¡Padre, glorifica tu nombre!".

Juan 3 · 14-21 El amor de Dios salva - Cuaresma IV B

Nos situamos: el domingo pasado Jesús realizó lo que llamamos "purificación del Templo". A continuación tiene un encuentro con un jefe fariseo llamado Nicodemo. El texto de este domingo es la segunda parte del diálogo, una larga respuesta de Jesús a una objeción de Nicodemo.
Jesús habla de un modo que identifica su crucifición con su éxito, llamando a ambas cosas "ser levantado": el alzar de la cruz y el alzar del éxito de su misión.
Lo asemeja a cuando Moisés levantó una serpiente de cobre en el desierto de modo que todo el que recibía una mordedura mortal de serpientes, al mirar la de cobre quedaban curados. Lo mismo pasa con la cruz: salva al que se adhiere a ella.
Esta "elevamiento" de Jesús es a la vez fuente que ilumina. Por eso quien no obra como Dios quiere no se acerca a la cruz salvadora para no ser delatado por la Luz. Eso implica una autocondena, pues no acepta los efectos salvadores de la cruz.

Marcos 2 · 1-12 El de la camilla se va a su casa - Domingo VII B

Continuamos el texto de Marcos por donde lo dejamos el domingo pasado, aunque cambiemos de capítulo, y nos encontramos a Jesús de vuelta a la casa de Cafarnaúm y rodeado de gente como cuando se fue. Se nos descubrirá que en ese grupo hay unos escribas o letrados.
Un grupo de cinco personas no pueden sortear el corro y abren un boquete en la frágil azotea de la casa, descolgando a uno de ellos, paralítico, ante Jesús. Jesús interpreta esta acción como una expresión de fe, de confianza en él.
Por la fe, Jesús perdona de parte de Dios los pecados al paralítico. Curiosamente, nadie ha hablado de pecados ni nadie ha pedido perdón. Lo que se podía esperar era una curación, pero ésta no sucede inmediatamente, por lo que tampoco se puede suponer un automatismo entre enfermedad-pecado y perdón-curación.
Ante la acusación de blasfemia -porque sólo Dios puede perdonar pecados-, Jesús cura al hombre para mostrar que tiene esaautoridad.