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C Domingo de Adviento 1º - Lucas 21,25-28.34-36

Las signos en el cielo señalan que se va a producir un cambio muy importante. El movimiento de las aguas es el que había antes que Dios pusiera armonía, según el Antiguo Testamento. El "Hijo del hombre" (o sea, "el Humano") es una imagen del profeta Daniel; viene sobre una nube, como lo hacía Dios, indicando así también su condición divina, Jesús ya se identificado antes en este Evangelio como ese "Hijo de lo humano".

Todo esto causa dos reacciones distintas:

- Para "las gentes" será causa de angustia y locura, "como un lazo".

- Para los discípulos es anuncio de que la liberación está cerca, Entonces podrá alzar la cabeza. (En este mismo capítulo, poco antes, hace constar las dificultades que padecen los creyentes en el tiempo del evangelista, los poderes queles hacen de agachar la cabeza).

La liberación no sólo será de las persecuciones, sino de toda clase de mal, dado el contexto en que anuncia.

Para poder mantenerse "de pie ante el Hijo del hombre", Jesús propone la oración y estar atentos.

Y para ese estar "siempre despiertos", Jesús anima a llevar un estilo de vida distinto al de "las gentes", cuyo corazón está adormecido por el ritmo de vida que llevan y por la búsqueda de lo placentero.

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