Este pasaje es exclusivo de San Lucas.
No hay certeza sobre la identidad de la aldea Emaús que refiere (a "dos leguas", o sea, unos once kms) , y no se tienen otras noticias sobre el tal discípulo Cleofás.
Los dos discípulos abandona tristes (mejor que el "preocupados" de la traducción litúrgica) la ciudad de Jerusalén, donde se encuentran "los once apóstoles y todos los demás" (vv. 9 y 33)), el mismo día de la resurrección, de la que han oído hablar a las mujeres pero no dan crédito.
El Resucitado no es reconocido por sus dos discípulos; más tarde la comunidad de Jerusalén lo tomará por un fantasma. Según el texto "sus ojos eran incapaces de reconocerlo".
El Resucitado les da una catequesis con la Palabra, nuestro Antiguo Testamento, que produce en ellos un arder en el corazón (32).
La escena de pedirle al desconocido que se quede con ello y compartir con él la comida, recuerda la escena de Abraham y Sara en Manbré con los tres desconocidos a los que ofrece de comer, en el Génesis.
Las acciones de Jesús con el pan se corresponde con las de la última cena, así como las de la multiplicación de los panes (capítulo 9).
Luego se nos informa, aunque no se narra, que también se apareció a Pedro, al que llaman por su nombre de Simón (4, 38).
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