Mismo capítulo y mismo tema que el domingo anterior: la gestión de la riqueza.
La historia del pobre Lázaro y del anónimo rico (que no dice que se llame Epulón) es más compleja de lo que aparenta. Trata diversos asuntos:
1. Las consecuencias eternas que tiene la relación con la riqueza. La historia da una justificación compensatoria: "recuerda que recibiste tus bienes en vida".
2. Lo decisivo que resulta escuchar la Palabra de Dios (la ley y los profetas) para la salvación. Ninguna señal cambiará el corazón de la persona que no quiere escuchar.
3. Al final se alude a la resurrección de los muertos, una cuestión controvertida en aquellos tiempos. Seguramente se refiera a la de Jesucristo y cómo ésta no va a provocar la fe en quien no quiere aceptar la revelación de Dios.
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