Consta de dos escenas; la segunda está cortada (debiera seguir hasta el 27). Sigue a Marcos 8.
La pregunta sobre la identidad de Jesús ya la había hecho Herodes en este mismo capítulo. Sus informadores le ofrecieron la misma respuesta: identifcan a Jesús como la personificación de uno de los profetas. Ni a Herodes ni a Jesús le satisfacen tal contestación. Ahora se plantea a los discípulos, y con ello al lector: para ti ¿quién es Jesús?
Los Doce, por boca de Pedro, reconocen en Él al "Ungido" de Dios (eso significa el griego "cristo", lo mismo que el hebreo "mesías"). Jesús les manda mantenerlo en secreto [¿por qué?].
Jesús prefiere identificarse como "el Hijo del hombre" [ver su significado], pero asociado al sufrimiento, como el "Siervo de Dios" dibujado por Isaías (50, 4-9; 52,13-53,12). Es el primer anuncio de su pasión.
En la segunda parte, Jesús invita a ir en pos del que acaba de ser identificado. El que lo desee ha de cumplir dos condiciones:
- negarse a sí mismo: renegar de uno mismo, de su propia vida ("perder la vida" lo llama después) es "dejar" el contexto de mi vida cuyas implicaciones, ataduras, me impedirían seguir a Jesús. Así lo hicieron sus discípulos al dejar sus familias y sus trabajos.
- cargar con su cruz de cada día: la apostilla "de cada día" es exclusiva de Lucas, lo que evita interpretarlo como sufrir el martirio. Los condenados eran expuestos al escarnio público al ser obligados a caminar con la cruz. Jesús advierte que seguirlo también tiene sus consecuencias sociales en la vida diaria.
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