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C Domingo 16º Lucas 10, 38-42 La única cosa necesaria

La escena se sitúa en el camino de Jesús hacia Jerusalén, iniciado en 9,51. El texto litúrgico ha suprimido tal significativa indicación del primer versículo, el 38: "mientras iba de camino". Es una perícopa exclusiva de Lucas.
No menciona el nombre de la aldea, sí reseñada por Juan, seguramente porque Betania está ya cerca de Jerusalén (a unos tres kilómentros, Juan 11,18), cuando en Lucas el camino de Jesús se va a prolongar aún durante nueve capítulos. Al final del camino, en 19,29, "cuando se acercaban a Betfagé y Betania", prepara su entrada en Jerusalén. Por allí también acaecerá la ascención.
El evangelista Juan también conoce a las hermanas Marta y María, como a su hermano Lázaro (11,1; 12,1), del que Lucas no hace referencia ninguna.
Marta acoge a Jesús, haciendo el papel de anfitriona, propio del varón (como lo hace Abraham en la primera lectura de hoy). Después asume el rol previsto de encargarse de las provisiones.
También sorprende que María asuma el papel de discípula (al ponerse a escuchar a Jesús a sus pies), lo que era habitual entre los hombres. Ella no realiza las funciones que se esperan de una mujer en la casa, como está haciendo su hermana, sino que se ha quedado hablando con el huésped, algo que se espera de un varón, como en la comida que tuvo Jesús con el fariseo Simón, que fue interrumpida por la abrupta entrada de una mujer.
Este texto continúa el capítulo por donde se dejó el domingo anterior, donde Jesús invitó a practicar la misericordia para heredar la vida eterna, poniendo de ejemplo las acciones con la que un samaritano atendió a un asaltado. Por tanto, las palabras de Jesús a Marta no pueden interpretarse como una minusvaloración del hacer cosas (y menos de la hospitalidad, central en la espiritualidad bíblica), que justamente acaba de ser exaltado.
Por otro lado, ya Lucas ha aclarado que la escucha implica obendiencia -es decir, su puesta por obra-, como lo explica con la parábola de la semilla que cae en distintos terrenos (8, 5ss).
Tampoco puede verse en María la vida activa y en Marta la vida contemplativa. En los tiempos de Lucas aún no se había iniciado la clausura contemplativa en la Iglesia.
Lo que sí había sucedido es el enfrentamiento de la parte helena de la comunidad de Jersualén con la parte judía, sobre la inadecuada atención a sus viudas, actividad llamada "servir a las mesas" (Act 6, 1ss). Ese servicio o diaconía es el mismo del que habla Marta: me haya dejado sola con el servicio. En la narración de los Hechos de los Apóstoles, escrita también por Lucas, los Once contestan a los griegos en la misma línea de Jesús, resaltando la centralidad de la Palabra: No es justo que nosotros descuidemos la Palabra de Dios para servir a la mesa (Act 6, 2.4)
Ya Lucas había calificado de tentación del demonio querer vivir sólo de pan.  (4,4)

El próximo domingo, esta actitud de escucha es desarrollada con una enseñanza sobre la oración.

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