El relato de Mateo está ya avanzado. En el siguiente capítulo Jesús hace su entrada en Jerusalén (domingo de Ramos).
En la perícopa anterior, ha anunciado a los Doce por tercera y última vez su pasión, muerte y resurrección en esa ciudad. En este contexto, la madre de este Santiago Apóstol y de su hermano Juan el evangelista, intenta "colocar" a sus hijos en los puestos claves en el reino de Jesús (se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda). Los diez discípulos restantes se enojaron con estos hermanos por los manejos de su madre, que les hubiese relegado a puestos inferiores. (ver paralelo en Marcos)
La situación es dramática: mientras Jesús les previene que va a ser matado, ellos luchan por tener un buen puesto de gobierno en su reino.
Jesús concibe su vida como servicio a los demás, lo que implicar dar su vida (beber el cáliz) para rescatar a todos ("por muchos" equivale a todos) de la muerte. Ser rey (jefe/primero/grande) en el Reino del Padre es vivir así, como servidor (último/esclavo).
Los Doce, en otro planteamiento de vida completamente distinto, buscan ser grandes y ser servidos (oprimir/tiranizar) como personas influyentes (la tentación que Jesús rechazó al principio del evangelio: Sólo a Dios servirás - 4, 8-10), y para conseguir ese fin están dispuesto a lo que sea (a beber del caliz). Como en los reinos que no son del Padre.
[En ciertos códices, tras la expresión "beber del caliz" se añade "y ser bautizados con el bautimo con que yo soy bautizado", de significado semejante]
En su intento de que no le identifiquen otro de los tantos reyes terrenal, se refiere a sí mismo como "Hijo del Hombre" (ver significado).
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